El mar es mi amigo,
a pesar de sus gélidas aguas,
yo no siento frío,
aprendo en su inmensidad a medir los sueños,
y, sin pensarlo dos veces,
hasta me creo su dueño.
A menudo me cuenta sus penas,
que suelo revivirlas en mis más recientes poemas,
tiene la constancia de permanecer callado e indiferente
y suele unirse con el viento,
para refrescar lo que mi alma siente.
El mar es mi amigo
en noches estrelladas me acompaña y no desmaya,
me cuenta sonriente sobre su pacto con la luna
y suele acoger mis lágrimas cuando todo termina
y la nada parece que me abruma.
Con todo y su poderío,
suele volverse sereno allá por donde empieza mi camino,
el mar es mi mejor amigo,
pues me lleva por el tiempo sin necesitar velero,
rescatando del naufragio mi corazón sincero,
con frecuencia deja de ser salado y se muestra melao,
sobretodo cuando coincidimos en el puente Juliana Breez de Curazao.
Ricardo Felipe
Un soñador sin mucha estirpe