Alma bravía que dibujas tus caminos
en tu galope de huracán;
noble macho, apuesto semental.
salvaje y manso, de sangre azul.
El viento juguetón enreda tu melena,
bailan tus orejas la canción de la noche,
y tus cascos marcan el compás del trueno
despertando al fantasma de la quebrada.
Te confundes con el polvo en las cumbres
y en la lluvia una blanca humareda
emerge de tu piel como señal de apache
hasta mezclarse con una nube errante.
En tu correr cuesta arriba, te veo llegar al cielo
Y cruzar el río a saltos de gigante.
trotas bajo los molles remolineando el viento
hasta perderte con el sol en el horizonte.
Caballito plateado, hijo de la luna,
prisionero del silencio y del olvido
déjame montar sobre tu lomo
y recorramos juntos tu sendero infinito.
Eugenio Sánchez