La ciega diosa Fortuna
en ridículos desengaños
ante tanto desatino
su carencia de olfato delata
no detecta la suerte pasar
ni por sus narices
ni de cerca escuchar
el ruidero de la realidad.
Su sombra, la Esperanza
del verde, palideció.
Los tres ojos de la Prudencia, le dieron
un pasado olvidado
el presente vacío
y un futuro sin aliento.
¡Oh dioses del Olimpo!
ya quítenle la ruleta
y déjenle la cornucopia.