Sr. Robert Tontonel
Apreciado vecino, reciba mi saludo efusivo y cordial con todo el respeto que usted se merece, pues a su edad ya debería saber que hay cosas que se respetan y otras que no, ¿sí o no? Dígalo ahí… Ah bueno, entonces no se alebreste.
Como le venía contando, hay ciertos aspectos que en apariencia parecen personales pero que si se miran bien, no lo son tanto porque de alguna manera involucran a terceras personas, o sea a usted, ¿me expliqué bien? Porque ya sabrá usted que hay cosas que se explican y no se entienden y otras que se entienden sin explicar… ¿Sí o no? Ah bueno pórtese serio, y no se me alebreste.
En ese mismo orden de ideas le comento que yo tengo un perro llamado “Coronel” y tengo una casa que tiene patio. Hasta allí vamos bien; pues sepa que mi perro tumbó mi cerca y tengo que repararla urgentemente y según el presupuesto que me pasaron, es muy costoso el trabajo de reparación de la cerca. Sí ya sé, usted dirá que ese no es problema suyo, como tampoco es mi problema que usted no entienda mi planteamiento, porque como le dije hay cosas que se entienden sin explicar y otras que muy bien explicadas quedan sin entenderse, ¿sí o qué? ¿Es así o no es así? Ah bueno, sigamos avanzando en calma, ¡sin alebrestarse eh!
Para hacerle la cosa más elegante voy a explicarlo con versos.
Resulta que mi perro Coronel
se alebrestó en estos días,
según me comentó mi mujer
por una perra que en su patio había.
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Usted dirá que no tiene caninos
y yo le concedo la razón,
pero esa perra es de otro vecino
que visita a su mujer en ocasión.
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El señor, según y que es plomero
y corrige fugas en su habitación
aunque yo creo que es carpintero
porque martilla con determinación.
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No me deja dormir la siesta
en mi tiempo que es tan escaso,
porque a cada ratos me despierta
con esos tremendos martillazos.
Pues bien, el señor plomero
o carpintero, si así prefiere usted
lleva a la perra que está en celo
y vuelve loco a mi Coronel.
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Y como cosa natural
sin dar mucha explicación
pasó lo que tenía que pasar
o sea, tumbaron la cerca de ciclón.
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Y resulta que ni su mujer
ni el señor plomero
quieren ahora responder
por todo el daño que me hicieron.
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Confío en usted señor Tontonel
no vaya a hacer como ellos dos
que va a culpar a mi Coronel
y que también la culpa la tenga yo.
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Si quiere me le dice al carpintero
disculpe y perdone el abuso
que si va a mandarme el dinero
que no sean con billetes malucos.
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Porque según me he enterado
es falsificador y de los buenos,
mostrando un documento de divorciado
y está más enredado que pollito con pellejo.
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Me despido de usted apreciado vecino,
en otro momento lo mejor le contaré,
pues estoy comiendo chicharrón de cochino
y con tanta grasa puedo ensuciar el papel.
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Atentamente su servidor y amigo,
démele saludo a su señora
y no le haga usted honor a su apellido
es lo único que le pido ahora.
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Atentamente
El dueño de Coronel, el perro que tumbó la cerca de mi terreno por andar rocheleando con la perra en celo que el señor plomero lleva a su casa cuando va a reparar las fugas de su habitación, y que ahora se niega a pagar la cuestión.
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Erbolerio ohastrinno (Con hache intercalada y doble “n” al final)
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p.d. Espero también, que no se alebreste, no le vaya a pasar lo mismo que a mi perro Coronel que por alebrestarse tumbó la cerca.
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Autor Alejandro J. Díaz Valero
Derechos Registrados
Maracaibo, Venezuela