Quiero volver a perderme
por esas mágicas calles,
para volver a embriagarme
de ese color que se enciende,
dibujado en las paredes,
galerías y portales,
y así volver a extasiarme
con sus gentes tan alegres.
Un café tinto en un bar,
un descanso obligatorio
disfrutando el repertorio
de esta histórica Ciudad.
Desde el Museo del Oro,
la Casa de la Moneda,
vamos subiendo la cuesta
hasta la Plaza del Chorro.
Y en la Calle del Embudo
con sus mágicos colores,
se encienden las ilusiones
descubriendo un nuevo mundo.
Oh, barrio La Candelaria,
que aún conservas tu sabor,
y marcas con tu color
tu belleza centenaria.
En el Museo Botero
destacan por su belleza
las formas, que en su grandeza
lo diferencian del resto.
Y en la Casa del Florero,
se bebe la tradición…
Nació la revolución,
con valor y por derecho.
Aún recuerdo mi visita
al Templo de Poesía,
donde el alma se extasía,
su nombre: la Casa Silva.
Quiero volver al lugar,
cogiéndote de la mano,
y bebernos como antaño
el sabor de la ciudad.
Andrés Mª -El Poeta del Amor -
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