Coty

Llueve...

Llueve…

Una fresca brisa se mueve presurosa. El aire se impregna del aroma a tierra mojada … Con ese delicioso aroma se evocan los juegos de ayer, que se quedaron congelados cual  figuras de barro amasados con deditos regordetes  en algún rincón de los recuerdos. Lentas y tímidas se precipitan las primeras gotas cantarinas, como si invisibles dedos celestiales afinaran con arpegios los instrumentos. Plinc, planc…  taconeos sobre los tejados,  y luego, a lo lejos, un brooooommmm ensordecedor vaticina que la orquesta comenzará su sinfónico espectáculo. Pronto las tímidas gotas se unen  en un sonido acompasado y constante y la cortina de agua comienza su fiesta. Por un momento, el tiempo, pareciera detenerse en el quicio de una puerta, donde se refugian los sorprendidos transeúntes… entre los besos furtivos de los enamorados… en las hojas de los árboles que navegan zigzagueantes por las corrientes de las calles por un rato desiertas. El aire se refresca lo suficiente para saborear un sorbo de café caliente mientras se ve pasar la vida en tonos grises. Paraguas carnavalescos…traviesos chapoteos y uno que otro peatón malhumorado, incapaz de disfrutar el milagro  de que el agua todavía existe. Y finalmente… el sol asoma su cara tras su pequeño recreo y juega haciéndole cosquillas a un arcoíris coqueto.

Lluvia… mágica creación para dar vida a los sedientos.

Esperanza para el sembrador.

El tiempo justo para evocar recuerdos…amores… felicidad…risas  sofocadas  en el chis, chis…o para disimular una lágrima.