Al cobijo del jacarandá abrazo tu ausencia,
en soledad de hombre..
Desde sus ramas desnudas oigo la calandria
entonando tu nombre
cada amanecer, como hojas secas de otoño
caen sobre mis hombros
arriscados y atrevidos anhelos de antaño
La nostalgia de las caricias que no te he dado,
resquebrajan mi piel
como la cuenca del arroyo que se ha secado.
mis ojos no mojan regando campos inciertos,
de tus sueños.
tus ojos no llueven sobre los llanos desiertos,
de mis sueños
la sequía quebranta el alma que espera:
encender tu luz,
iluminando la sombra de esta quimera.
Si tú callas …
La calandria y el jacarandá, mueren.