¿Dónde estás, hasta qué noche fuiste?
Se me ha ido de las manos
tu agua desnuda. Te busqué precipitadamente
por una selva de agonía, te busqué
hasta que la soledad me hizo un túnel.
Busqué tus ojos
que fueron para mí dos templos pensadores.
¿Dónde has huido que hasta tu olor azul
todavía acecha en el crepúsculo?
¡Ven olvido, mándame tu garra!
Ven, caliente espuma de la nostalgia,
mi afligido corazón aún rastrea la noche,
la isla del viento le va haciendo cobijo,
golpea mi pecho como un lince apresado.
¡Ven penumbra de flores secuestradas!
¿Hasta qué noche cruzaste?
¿Cómo te hallaré si tu blanca estrella
tiene en mi alma su cielo sombrío?
Quiero indagar tu pérdida y me sube
un lamento a la garganta.
Si naufrago en quebrantos,
lanza para mí un rastro de tu lejanía,
recuerda que yo cultivé flores en tu cuerpo,
recuerda que tu noche abandonada
con mi claridad acumulada la iluminé.