Tranlalalarita… limpio mi casita… Tranlalalarita… limpio mi casita…
Muy feliz cantaba la inocente mocita mientras limpiaba su casita. Al momento que limpiaba la muchacha encontró una moneda y ella fue rápidamente a guárdala en su monedero.
Un apuesto mozo que llevaba un buen rato observado a la joven se dio cuenta de que aquella mujer era una verdadera joya pues sabía limpiar, cocinar, coser y encima era ahorradora.
De esa manera se quedó prendado de la hacendosa moza y sin mucho pensarlo le comenzó a hacer la corte.
Una mañana mientras la joven canturreaba eso de:
Tranlalalarita… limpio mi casita… Tranlalalarita… limpio mi casita… el muchacho se acercó a ella y le dijo con gran entusiasmo:
- He recogido este ramillete de flores en el campo para ti, ¿aceptas mi prenda?
La muchacha se sintió muy alagada y se lo acepto. Así día tras días el joven pasó a visitar a la moza regalándole palabras muy bonitas, bombones, y caricias.
Un día el galán le dijo:
-Mocita, mocita, ¿te quieres casar con migo?
-Oh mi fiel caballero… ¿Y cómo harás por la la noche?...
_¡ Dormir y callar!, ¡dormir y callar!…
-¡Sííííí…Síííí!… ¡contigo me he de casar!…
Y se casarón, y la joven descubrió lo que era el insomnio…
Supo lo que era cada noche dar biberones, cambiar pañales… y cada día, limpiar, cocinar, lavar, planchar limpiar el hogar…mientras su enamorado bebía un fresca cerveza frete el televisor.
Esperaba cada día que su amado le regase al oído dulces palabras, esperaba un ramillete de flores, sabrosos bombones…esperaba tiernas caricias, pero esas sólo eran cuando tocaban. Esperaba que le dijese lo buena ama de casa es, pero solo recibía regaños por ser una gastiza, por no tener al momento sus caprichos.¡Ah! y eso de dormir y callar…
Ahora la damita con voz muy tenue canta…
Tranlalalarita… limpio su casita… Tranlalalarita… limpio su casita…
Tranlalalarita… me faltan moneditas…
Y cuando su amado le dice- ¡Qué mujer!, ¿es que ya no es hora de irse a la camita??
Ella responde:
- Ve solito, que aun me queda faenita…
Pese a todo las mujeres se sienten muy dichosas con el cariño que les aportan sus hijos, con el gran amor que brota de su corazón por esos seres tan queridos que adornan su existencia.
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Y colorin colorado este cuanto se acabado, si desean mejor final, amigos a cambiar la manera de actuar.
(Caballeros no se me ofendan... que ya sé que ahora algunos ya son unos grandes colaboradores del hogar, esto es una exageración, pero ojo, que haberlos todavía los hay…)
Luisa Lestón Celorio Escapitina