I.
Desperté con la esperanza de que las cosas hayan cambiado, que lo que ha pasado no sea cierto; desperté con flashazos de recuerdos, de ti, del primer día que te vi, del brillo de tus ojos, de tu sonrisa… desperté con la esperanza de que no la haya cagado como lo hice…
Veo la hora en mi celular son las 5:59 am, de un brinco me levanto de la cama a bañarme, mientras me ducho pienso en regresar a la cama para que mis pensamientos no inunden mis ojos. Salgo me visto y maquillo, tomo mis cosas, preparo mi termo de café y arranco el coche.
Sin querer la música estaba en aleatorio y comienza ésa canción, ésa pinche y bendita canción que me hace temblar por el significado que le doy –Sin tu latido de Luis Eduardo Aute-.
Todos los días me tomo un momento para pensarte, y son mis minutos preferidos y ésos recuerdos terminan siempre con: ¿Por qué no funcionó? Porque no me quiso, porque ni si quiera me recuerda, porque fui una más, nada especial. Intento convencerme de lo malo que eres, aun cuando sé que eres lo que necesito.
Se acerca mi cumpleaños, no quiero hacer nada, hace dos años tu mensaje fue lindo –corto pero con afecto-: “Feliz cumpleaños, hermosa”, aun escucho dicho adjetivo retumbarme en los oídos. ¿Cómo pasó? ¿Qué hice mal?
Suena mi teléfono, mi mejor amiga me marca:
-¡Nenaaaaaa! –grita con efusividad- se acerca la fecha, ¿qué haremos? 26 años son para celebrarlos.
- Es sólo un cumpleaños, no he hecho algo fascinante como para celebrar, sólo, sólo estar “viva” –respondo con desgano.
- Pues no lo sé, pero te quiero éste fin de semana aquí.
- No puedo estoy con carga de trabajo…
- Sin pretextos o voy por ti –dice mandona y amenazante- ANA LUISA.
- De acuerdo, intentaré estar allá el viernes por la nocha.
- Te quiero –repara y cuelga.
Perfecto… yo quiero y necesito saborear tu ausencia que me quema en los huesos desde hace 2 años, pero qué hacer con Ivana, ésa amiga –hermana- mía obstinada, a veces desearía ser como ella: delgadísima, de cuerpo de sirena, pelo largo y abundante, sonrisa amplia y cálida, manos pequeñas, ser como ella que es y se siente realmente hermosa. Y con ese referente, me sigo preguntando por qué de ella, de todas me eligió a mí.
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Ya es jueves y comienzo a arreglar mi maleta para irme este fin a mi ciudad, pienso que no te encontraré (obvio no vives ahí), y recordé que mi exnovio sí que vive ahí, y para rematar es el primo de mi mejor amiga, un chico dulce, seco, callado y al cual, con vergüenza digo, lastimé mucho.
Veré a mi familia después de 5 meses, vaya que me da gusto, pero… en ocasiones me siento cansada de escuchar lo mismo una y otra vez.
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Viernes… las 5 pm es hora de irse, tomo mi maleta del coche y dado que está por demás viejo y averiado, lo dejo en la central de autobuses y tomo el que me llevará a casa. Precavida soy con mi bolsa de mano: dulces, chicles, analgésicos, agua, kleenex, celular, audífonos y música, un buen libro para amenizar mi viaje menor a cuatro horas.
Arribo por el anden 35, ¿te acuerdas? Ahí te recibí una vez, adormilado y tímido me dijiste: “¡Qué bien se te ve el cabello así!”, de fondo musical en mi auricular “Olor a Gas” con Café Tacvba; al besarme en la mejilla te contesté: ¡Salúdame bien!, y sin pensarlo me besaste la boca rápidamente.
Me paralicé al recordarlo… mientras el maletero me decía “Señora, su maleta”, SEÑORA, ¡caray!
Caminé a la taquilla y de repente vi una espalda vestida de azul marino, la espalda ancha… me congelé seguí con la mirada hasta que volteó dicho hombre dueño de tan bello atributo, no, no, no eras tú, paranoica me pongo al regresar a tu pueblo “adoptivo”. Pido mi boleto a la señorita de la taquilla para irme a mi ciudad y de nuevo una hora más para estar en casa.
-Ma, ya estoy llegando a la central, ¿pasas por mí o me voy en un taxi?
-Voy por ti, espérame dónde ya sabes.
-Gracias, te amo.
-Yo a ti –cuelga y en menos de 10 minutos llegó.
-¿Cómo estás? Qué tal regresar a la escuela, supongo que te ha agradado –y continuó hablando y preguntando si n esperar respuestas.
Mi madre una mujer que se casó muy joven, sin mayor estudio que la preparatoria pero con tanta experiencia en el ámbito financiero como cualquiera con estudios en ello. Quizo darnos lo mejor a mi hermana y a mí, viviendo 30 años con un hombre que ya no amaba (mi padre), hasta que decidió divorciarse.
-¿Cómo está Ariadne? –pregunté.
-Bien, contenta con lo de su bebé, y con ganas de verte.
-Y yo a ella, es bueno saber que, al fin seré tía.
Llegamos a casa y voy a instalarme al dormitorio que mi mamá me ha dejado, todas mis cosas ahí: la recámara, mi recámara. Ésta casa me parece un tanto desconocida, pues desde que me fui a estudiar fuera no he estado aquí, era una casa nueva, la otra en dónde viví 25 años al pasar por ésa calle, era ahora un casonón, claro… nosotras no teníamos para hacer lo que hicieron los de la inmobiliaria con ella, y sólo mi madre con deseos de sobresalir y mi padre quejándose y sin aportar con ideas, obviamente no podía sola.
Cenamos ella y yo, vimos película y nos fuimos a dormir.
Al día siguiente me despierta mi celular con tono de llamada… Ivana, pensé; estiro mi brazo al buró para alcanzar mi teléfono, garraspeó un poco mi garganta y contesto:
-¿Hola?
-¿Ya llegaste? ¿Ya estás aquí, cierto?
-Buenos días, Ivana. Sí, ya estoy aquí.
-¡¡¡Excelente!!! Paso por ti para empezar el festejo, primero nos vamos a desayunar y de ahí al parque que tanto te gusta, ya de ahí lo demás es sorpresa.
-No tienes que… dame un momento estoy lista en 20 minutos.
-Nos vemos en 25 estoy ahí, ¡¡¡bye!!!
Rayos, son las 8 am, ¿de dónde benditos saca tanto ánimo alguien? Ivana, siempre haciéndome salir del hoyo.
8:45 am y tocan el timbre, “Es Ivana, ya me voy ma’, te amo”. Me trepo al coche y nos vamos.
Me saluda efusiva, como siempre:
-¡Qué gusto verte! Caray, hace un año que no te veo, no es justo, te vas sin avisar y ni de allá te comunicas –la letanía de siempre.
-Lo siento, es sólo que después de lo que pasó… no me sentía bien.
-Por cierto y hablando de lo que pasó… lo invité al parque…
-¡Qué! ¿Por qué? No estoy lista, le rompí el corazón horriblemente, ¡no puedo! ¡no quiero! Noooo…
Invitó a mi ex, sí, su primo a quien utilicé para olvidarte, a ése bello chico: Franco.