En mi soledad, no estoy sola,
Me conduce una fruta roja, madura,
Más honda que la suerte
Y su piel aun no está caducada.
En mi soledad existe un distante tú
Que simula dolor y que no penetra
En el humilde cuerpo donde concluyen llagas,
Cuerpo de reliquias de las pasadas siegas.
En mi soledad sigue la dulzura virtuosa
Que no oculta lívida vergüenza,
Porque hay una luna azul
Y un sol prendido en el sereno monte.
En mi soledad, no estoy sola
Porque estoy desnuda de ellos, de otros
Y amo la sagacidad de este vuelo
Más no hay fronteras en el viento.
...y es que mi soledad es sabia y vieja. ..
Antonia Ceada Acevedo