estabas tú, estabas, criatura,
con tus caderas anchas, en la acera,
yo contemplaba todo, cual gaviota,
desde lo alto, pues, desde lo alto.
llegué tarde quizás, cuando otro pico
acertó por picar, y causar mella,
llegué tarde al vergel de tu sonrisa,
llegué tarde, más tú, por dejar huella
me diste cita, pues, cita de veras.
mañana nos veremos, las aceras
serán nuestro vergel, nuestro refugio,
adoraremos pues a cada musa,
nos sentiremos pues, dos tipos raros,
el hombre y la mujer, el sabor dulce
del viejo almacenista de perfumes,
llegué más tarde ayer, y me arrrepiento
ahora que conmigo tú presumes.