Con el dedo de la noche dibujaste
Un corazón en mi espalda templada,
Y mimosa la boca de agua fanegada
de un solo beso de sed me tragaste.
Cuántas huellas por esta piel dejaste,
Cuantas ausencias en borrados caminos,
Cuánta hambre de tus hombros masculinos
Te llevaste, tatuados en el alma,
Y en las arterias de tu ser la calma
De mis sueños viudos y clandestinos...
ANTONIA CEADA ACEVEDO