Sabes que no me agrada
faltarte el respeto.
Pero reconozco
que esta vez
lo he hecho.
¡Maldito sea mi carácter!
Sé que no me he comportado
como el ser que te ama,
diría, más que a mi propia vida.
Mi vida está llena,
repleta de infortunios,
de broncas y pesares...
e inconscientemente,
te he hecho cargos...
de los cuales
soy el único responsable.
No he tenido la intención
de levantar mi mano
para abofetearte,
pero lo hice,
y mi mano se detuvo
en el aire.
No te he pegado.
Los hombres que pegamos
a una mujer,
somos unos cobardes.
Discúlpame mi mala intención,
ha sido un momento de exasperación,
nada más que eso...
No te he golpeado.
Y muy loco tendría
que estar para hacerlo.
Disculpa mi intención.
Si alguna vez lo hiciese,
me cortaría la mano.
Todas las parejas
tenemos equivocaciones,
pero ellas deben ser
controladas, abstenernos
de cometer errores
más grandes que una discusión.
Estoy arrepentido
de haberte dicho
mis ofensivas palabras.
Discúlpame.
En los momentos
que me siento decaído,
es como si me sintiese
completamente perdido.
Tú no tienes culpa
de mi decaimiento,
ni de mis errores.
Me hago cargo de ellos.
Estás a mi lado,
y debo conservarte,
para no cometer locuras...
que podrían llevarme
a la demencia total.
No quiero llegar a ella,
y tú eres mi gran contenedor
en mis inconscientes actos
de violencia mental.
Ejecutar actos atroces,
debido a éste...
mi irrefrenable carácter,
que solamente tú
puedes apaciguar.
Discúlpame, te lo digo
una y cien veces más.
Si llegase a perderte
en mi existencia,
no quiero pensar
las tontas decisiones
que tomaría...
en oposición a
mi futuro de vida,
ella sin ti,
nada vale.
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 08/05/2014)