L. Roberto M. Uriostegui

Prosa I

En este momento hay una guerra en mi, es como una lluvia incesante y caliente que cae sobre mi rostro quemándo sin quemar. No me siento especial, hay guerras así todos los días, en todos los lados. Hay guerras que matan, guerras que aniquilan y otras tantas de las que se aprende un poco, después de todo es normal aprender de las malas experiencias. ¿Qué me hizo llegar aquí? Esa es una buena pregunta. Podría estar en mi casa, bebiendo un café o leyendo algún libro. Podría estar en el colegio con mis amigos o bebiendo un buen trago, pero estoy aquí, aquí en donde la lluvia fría y caliente cae sobre mi, solo para hacerme enfermar más.

Estás cerca, puedo escuchar tu voz pasajera entrar por mis oídos y recorreme entero. Te veo, pero tus ojos no me ven a mi, ven al cielo nublado, dudan. Mis sentidos te captan pero mi corazón no te siente aquí, mi mano toma la tuya para sentir ese calor que provendría de ti y que acabaría con el frío exterior, convertiría las chosas en castillos, las lágrimas en diamantes y la lluvia que me quema en cálidas caricias. Pero la sueltas, desplomas el castillo, los diamantes, las caricias... y reclamas, tu mirada sigue en el cielo.

Veo al cielo, realmente está nublado y la lluvia me sigue mojando y quemando, pero a ti no, tu sigues tan radiante como cuando llegué.

Me voy, así acaba mi día. Dejó de llover pero ahora el sol me enfría.