En la calle, esta mañana,
querida desconocida,
encontré tu bolso y su ventana
a tu vida perdida.
Olía a soledad y a pasado,
a trastero de renuncias y pesetas,
a iglesia de penitencias sin pecado,
a camerino de disfraces y caretas.
Encontré tus documentos,
las llaves de tus puertas,
tu diario, archivo de momentos,
fosa de esperanzas muertas.
Encontré nuestro amor
en el brillo de las fotos,
pantomima de dolor,
tu mirada triste en mis ojos.
No te preocupes, amor:
enciendo desde ahora
la luz de tus días sin sol,
el alba sin mí que añoras.
Te devuelvo la libertad,
y recojo muertos los trozos,
sin rencor ni maldad,
de mi triste corazón roto.
En la calle, esta mañana,
querida desconocida,
encontré tu bolso y su ventana
a tu vida perdida.