Dejé mi covacha y con paso incierto,
y mis sandalias rotas,
Fui a las ígneas arenas del desierto
A explorar las ignotas
Huellas de vivencias que el tiempo ya
En nada han convertido.
Mi cuerpo de cansancio, amor, está
Debilucho y rendido.
Descanso en el oasis amistoso.
Me alimento voraz
Con fruto del datilero frondoso.
Luego me marcho en paz