Que inquietante dolor se me esconde
en los angostos caminos de mi pecho,
cuando te escucho en las ventanas de la noche
con tu voz angelical entre arpas de los cielos
tú, perfección mía, amor perpetuo.
A la deriva me van vaciando los martirios
y mirando las retinas de mis rojos horizontes
hechizo mío, sinfonía que moráis en mis arterias
cuándo las auroras vespertinas me alimentan
con tus ojos en mis ojos mirándome, ardentía mía.
En los llantos de la noche ven y abrígame
que tengo el alma cautiva y hambrienta
de aquellos besos que nunca nos dimos
de aquellas caricias que quedaron guardadas.
adéntrate en mí, hechicera de mis antorchas.
Ven delirio mío, dame esos cielos de tus labios,
oh, tierno colibrí ven a mí con el amor de tus palabras
que clavadas quedarán en mis entrañas
porque vivo entre suspiros y esperanzas,
esperando las señas de las manos de mi doncella.
Eres playa blanca y alameda de yerbas tiernas
de su crustáceo de las arenas…¡Oh, mi sirena!
que cantas en las mareas las semifusas blancas
y negras así,se va yendo mi impaciente espera,
consumido en las silenciosas sombras que mueren
donde una voz silente clama y dice: que vengas a verme.