¿Que miras cuando estas frente a un espejo?
¿Será tu cabello tan sublime como el fuego?
ese que consume y quema mi razón
nidos donde se enredan mis sueños
¿La enredadera de la vida?
¿Es acaso el trigo cosechado entre tus labios?
ese que cuando hablas se hace pan alimentando mi espíritu
saciando la lógica:
¿Es en tu boca donde se encuentra el horno hecho de miel?
¿Acaso miras el mar de tus ojos?
A ese lugar llegaron mis deseos como barcos para nunca partir
y quedar anclados en la inmensidad de tu océano, entre la sal de tus besos y los caracoles de tu cuerpo:
azul, furioso, vasto, transparente:
¿Es en tus pupilas donde Dios construyo los muelles de la vida?
¿Serán tus pechos las montañas más altas del valle escondido en tu piel?
Dos estrellas coronándote como mujer, ofreciendo el vino de la tarde
de las uvas cultivas en las orillas del crepúsculo, de tus secretos de mujer:
¿En las cumbres de esas montañas pueden descansar mis manos?
¿Que miras cuando estas frente a un espejo?
¿Son tus manos las que miras?
Como dos cuchillos atravesando mi alma
la sangre derramada en cada uno de ellos
y en ellos se detienen mis ganas,
deseos, miedos, delirio, juventud:
¿Qué tienen tus manos que me obligan a mirarte de rodillas?
Dime si son tus pies los que miras en el espejo:
¿No son estos quienes me conducen por los caminos?
¿No es aquí donde se sostiene mi fe?
Tal vez, puedas ver tu alma:
¿Es alguna vereda del universo?
¿Allí esta la utopía que se creía perdida?
Si, tu alma,
con ella me das calor como aquel sol de Abril, luz en medio de constantes sombras: mi soledad
sin embargo,
¿es tu alma un traje que puedo compra o alquilar?
¿Eres tú en este espejo la misma de hoy?
¡Claro que eres tú!
Tan real y verdadera como una paloma blanca
en cuyo vuelo derramas el perfume de sus alas:
de lo que nace y crece.