En aquel día que está por llegar
día aciago de luto y cansado
estaremos sedientos y solos
en nuestro desterrado gran final.
La larga cadena se habrá roto
y en nuestra desnudez y locura
miraremos por última vez el cielo
rojo ya y lleno de polvo.
El sol habrá muerto para nosotros
la luna será apenas una llaga de luz
que aparecerá como un fantasma
a iluminar fantasmas de carne.
Pero debo despertar de esta pesadilla
pensar que habremos solucionado
el acertijo que, cruel, esta vida,
nos impusiera a los que quedamos.