Me voy, a recibir la madrugada desde lo alto del acantilado, me apetece tanto.
A borrar las huellas que dejé en el camino hacia la nada, para no reandarlo.
A olvidar el cansancio de este alma desarraigada, de mares y sirenas embriagadas.
A desmentir horas de locura y compromiso, hasta que cicatricen los besos.
Me voy, a mirarme en unos ojos donde quedarme, me apetece tanto.
¿Me acompañas?