Si, te echaba de menos.
Tu regreso anhelado por mi calma,
y tus besos sin frenos
sin más tiempos serenos,
tu esencia, donde el roce era enjalma.
Siendo tu estrella mía
mi océano tu mar,
el canto de las aves era guía
para reencontrarte en altamar;
y mi alma se rendía.
Mis labios siempre tuyos
en el regazo para ti dispuesto,
mis ojos dos cocuyos
de un amor manifiesto,
a ley separatista contrapuesto.
En la complicidad
tú, el aroma que endulza los abriles
y en los veranos, gota de humedad.
Tú, lluvia de verdad
en ocasos febriles.