juan maria

LA COLA DEL DIABLO (cuentito)

                      

                    LA COLA DEL DIABLO              

La evocación torturante del terror que llegara implacable con el paso de las horas, atormenta segundo a segundo la existencia de mis tardes y mañanas, aguardando lo inevitable que sucederá en la solitaria oscuridad.

Estoy absolutamente imposibilitado de impedir ese extrañisimo y aberrante fenómeno que ocurrirá indefectiblemente al finalizar el día.

Así es desde el primer y sorpresivo ataque.

Allí en mi alcoba y siempre a la misma hora de la noche es cuando comienzan esos nocturnales momentos terribles en que permanezco paralizado y aislado.

Una fuerza se apodera de mí y me posee, una entidad, un ser,una tenaz maldad o un espanto de cuyo origen no puedo imaginar la procedencia.

Es todo esto inexplicable y me produce escalofríos el pensar que sea algo sobrehumano lo que en mi habitación a esa hora me obliga al tormento, sin poderme resistir ni poder evitarlo, y somete a mi conciecia a los mas atroces terrores.

Es tal estado de pánico que no me explico porque no estalla para siempre la cordura de mi razón.

Con la llegada del amanecer recíen puedo retornar a la normalidad...

Pero me pregunto con angustia que ocurriría si ese estado de postración no cesa como hasta ahora en un momento determinado de la mañana.

Quedaría indefinidamente postrado hasta morir?.

La medicina no tiene la solución y no podría controlar la situación.

Entre otros pensamientos pasa por mi cerebro como un soplo helado y oscuro lo que mi imaginación tan presionada supone del infinito con todas las inexplicables significaciones que le atribuian los antiguos, como fuga, pánico, terror, pavor...y todas pertubadoras.

Tentáculos impalpables y misteriosos se apoderan de mi voluntad, de mis actos, de mis movimientos; y la parálisis que me invalida, esté o no en mi cama recíen revierte muy pasado el amanecer.

La comprensión que me da la experiencia me ha persuadido de lo inútil que resulta llevar acabo la ídea de evitar esta horrible ordalía.

Transcurre mi vida con la angustia de pensar que serán triviales los pesares de la ansiedad del día comparados con los tormentos que llegaran realmente por la noche.

Ya no tengo ocupación, ni amigos, ni sonrisas.

Y la aplastante depresión de mi animo impide cualquier distracción, esparcimiento o algun momento de sosiego.

Mi reservorio de libido parece extinguido y mis apetencias sexuales poco existen y no me provoca la amiga \"paja\".

Como tampoco me mueven mis inquietudes intelectuales, mi interes político o mis preferencias artísticas de cualquier tipo.

Todo comenzó hace poco mas de un mes, sin antecedentes, avisos y preavisos.

Fue la noche del ataque, que llegó irreversiblemente para quedarse.

Una jornada rutinaria  ni mejor ni peor que cualquier otra.

Soy un burócrata común y un burgués como los que me rodean.

Pero aquella noche, supongo, me convertí en el mas extraño de todos ellos.

Cuando levanté las frazadas para acostarme nada me hacía suponer lo que iba a ocurrir, todo era habitual.

Me esperaba el periódico sobre la mesa de luz y un volumen de \"El jugador\" de Dostoievsky.

La persona que haya leido al escritor y conozca la causa principal de su eterna tragedia, conoce el significado de la cuestión a la que me estoy refiriendo en este momento.

Soy un jugador irreversiblemente compulsivo como el ruso y esa adiccion me sumerge en graves problemas en algunas oportunidades.

Existen fármacos antagónicos de los opiáceos como el malmefeno que han resultado eficaces en el tratamiento del juego compulsivo...pero que también han fracasado...

Cuando me cubrí con sabanas y mantas para entregarme al descanso...sin anuncio aguno mi tragedia sucedió.

 Comenzaron abruptamente mis dolores. Pase de una confortable tibieza a un frío desagradable y el sudor gélido que brotaba de mis poros acentuaba el tiritar.

La nausea me acosaba y al pretender erguirme, estando paralisado en la cama, el vomito estalló.

Sobrevino la penumbra sin que yo tocara la perilla.

Con el trascurrir de los dias supe que lo mismo ocurriria a diario y a la misma hora; me envolverian las tinieblas y el silencio mas profundo...condenándome a una absoluta inmovilidad.


(fin primera parte)