Cierro los ojos, se abren los recuerdos,
me veo enamorada al pie de tus deseos.
Sonrío con nostalgia ante la añoranza
de cada detalle, de cada expresión , de cada palabra;
entonces, siento que por mis mejillas
con cauce agitado corren ríos de lágrimas,
mis ojos aun cerrados se vuelven manantiales
de dolor y de llanto.
Mis labios remordidos por el fallido intento
de no emitir gemidos lastimeros
pronuncian con pasión tu nombre repitiendo:
¡Mi amor, cuánto te quiero!