Rallaban las ramas el cielo A medio camino, ente el hielo y el fuego Cuando una gran ola de lava , el mar de los días Estalló furiosa contra el horizonte. Salpicadas de espuma, las estrellas Intentaban emerger. Respirar el primer olor de las leñas El último calor del estío fallecido. Comenzaba el reino de las luciérnagas De las ramblas del jazmín. Las montañas encogían sus soberbias, Con la llegada de la reina. Ojos de mercurio, súbditos de plata pulida Nubes de translucido papel de arroz Las flores dormitaban sus colores Y el ruido , se lo tragaban agónicos los perros El silencio, se vestía de velos cristalinos. Como en un río sin fondo, O un espejismo de manantiales lácteos Daba comienzo, la noche.