¡Oh exacta mujer azul, de semejanza hermosura,
de luna. Y pielago del sinfín del cáliz de mi templo,
obsequiame un latido de tu mágico corazón!.
Amiga, soy yo; aquél que te espía y canta,
él que a veces muere en un lecho de rosas
soy el triste ávido de tu alegría labriega,
el que extraña tu ósculo ausente, cual sol
tempranero; extraña el numen del día que llega.
¡Amada, tu recuerdo ignoto se riega como,
frescas aguas en tu alma, inundada de mi amor
y, los abismos de tus ojos se magnifica
la aurora celeste de tu ancho cielo.
Hay algo que sólo yo veo, en tus pliegues ninfas!.....
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John Morales Arriola.