Fulgurante eres como sol de medio día.
Atenuante el látigo, da dolor y alegría,
Cuando acaricia esta soma y al alma mía
Besos, caricias y susurros que dominan;
En el arrollo de la salida, bajo el casucho de doña Elvira.
Soledad que me invade con tanto recordar,
Cual si fuera abril, te comienzo a extrañar.
Calidez de verano que estas a punto de tiritar.
Imberbe tonto y caprichoso que no quiso amar.