Lo poco que gano,
lo utilizo en caros entretenimientos.
Me tratas de irresponsable,
de un tipo que no sé lo que hago.
Sí, tienes razón.
No voy a negar
lo que me dices.
Te pido no exageres.
No tomes determinaciones
que después te arrepentirás.
Soy yo el que debo
arrepentirme del vicio del juego.
Antes tenía el vicio del alcohol.
Lo he dejado por mi conveniencia,
y porque me hiciste ver una realidad.
Ya he dejado de beber.
Lo que no debía, alcohol.
Y ahora traigo
este nuevo conflicto
entre nosotros, el juego.
Todo lo que me dices,
no puedo negarlo.
Tienes razón,
en todo lo que me culpas...
Te lastimo con mi vicio,
pero te pido no me lastimes
tanto con tus palabras.
En realidad, el perjudicado
soy yo, y te arrastro a ti.
Sé diferenciar en lo que
está bien y lo que está mal.
Malo es lo que hago,
y sufres por mi comportamiento.
¡Debo conseguir
la total voluntad
de dejar de jugar!
Así como dejé el alcohol,
he de dejar esta enfermedad
mía del juego.
No es la primera vez que
tratamos este problema,
que solamente yo
soy el culpable
de nuestras discusiones.
No quiero discutamos más
siempre por el mismo motivo,
y de mí depende
que así sea.
Muchas veces te he prometido
dejar de jugar,
y siempre han sido promesas
que no he cumplido.
Lo mismo pasaba cuando
tenías que levantarme
del piso cuando tenía
mis grandes borracheras.
Me he curado, ya no bebo.
Dirás que te prometo
no jugar más,
y no me creerás.
Tómame y me tomaré
un plazo de unos días,
y verás que lo que
te prometo, he de cumplirlo.
Confía en mí,
solo que...no dejes de amarme,
porque he de demostrarte
que por el gran amor
que siento por ti,
he de dejar este vicio
para siempre.
Créeme, todo ha de ser
como antes de ser alcohólico
y ahora... un jugador.
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto - 11/05/2014)