la negra rodriguez

SOLO PARA QUE LO LEA MI MADRE

Mamá:

Ahora que el tiempo me puso del otro lado de mis años jóvenes, y que he aprendido muchas cosas, entre ellas el precio del amor, después de toda una vida de esfuerzos,   tu imagen se levanta mucho más grande de lo que ya era.

 Te recuerdo, joven , bella con ocho boquitas hambrientas en una ciudad donde ya no había más que hacer, saliendo  a buscar caminos en otra ciudad que no conocías, pero que te acogió y tu dignamente supiste enfrentar la vida. Luego,  cuando papá  llegó ya sumamos  diez ,mas ustedes: doce. Y, juntos con los hermanos mayores , se levantaban cada día  antes de que el sol aparezca y  seguían trabajando mucho después que oscurecía, y  aplanando calles vendiendo caramelos, construyendo  siempre  con amor porque tú no sabias  de otro sentimiento.

Quisiera volver a aquellos  tiempos, que me embadurnaba la piel con harina para  que se parezca a tu piel  y  decirte que ya era tu hija. ¿Qué sentimiento me llevaba  a hacer eso? No lo sé, pero si   sé, que siempre en mí  se albergaba una tristeza  inexplicable.

 Dichosa  eras tú mamita, todos estábamos tan pendientes de ti, te amábamos tanto, te mimábamos  y cada mayo inventábamos una fórmula para con una  “sorpresa” hacerte  feliz, qué lindo que era madre.

Quisiera, poder volver a esos tiempos en que  en mis momentos de  debilidad me decías que me levante y que debía tener  siempre mucha  fe; o cuando porque  desaprobabas mi conducta   me  retabas y luego venía el silencio, en el que solo me hablaban tus miradas de mujer recta y fuerte. A eso le temía más que a los  mil regaños que me ganaba  por ser como soy.

Pero cuando estaba triste  me acogías en tus brazos acariciando mis cabellos y me decías: ¿Qué te pasa mi negrita?

Hoy  quisiera estar en tu regazo y que me acaricies y calmes  este dolor que me atraviesa el alma. Es que la vida pasa madre, y la soledad  se lleva tantas cosas, Perdóname, seguro que esto te disgustaría mucho perdóname madre.

Cómo quisiera volver  a ser niña y  obedecerte  en las cosas que fui desobediente, quizás hoy, otra sería mi suerte.