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¡Ay, sabana llora con letargo añil de mi cielo!,
y humedece de llanto, ríos y mantiales,
y sonroja la tierra féraz y fértil con vileza,
y el sol arde en el viento de la montaña verde,
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¡Ay, patria mía que aprieta con su puño Dios!,
por querer salvarla del maleficio terrenal,
¡Ay, patria mía con aguas cristalinas encierras candor!,
y quiere en sus bellas flores florecer con resplandor,
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¡Ay, torrentes de lluvia por la vertiente en cordillera!,
y que la neblina arropa con todo un frío a mi Borinquén,
y llega la niebla oscura de una noche entre sus regazos,
que esporádicamente llueve para mojar a mi tierra bendita,
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¡Ay, patria mía que ama su gente con fervor!,
cuando con hospitalidad llenas tu extensión,
y con alegrías cantas una canción y con emoción,
haces retumbar como etéreo lo inmortal sin rencor,
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¡Ay, brisa que tiene tu perfume mujer!,
como en lo más profundo de un beso,
que con amores haces redoblar al conocer,
tu cadencia al bailar toda la noche en suceso.
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