Para pasar por tu alcoba me vesti de gracia, mi bienamada
tiritando aquél día, cual desnudo ermitaño
imitando desde mi alma una alborada.
¡Oh mujer, que pasé por tu alcoba de nardos y sándalos,
me llene de esplín y vahos de ambrosía.
¡Oh mujer, que escondiste tu cuerpo en la
mazmorra de mi deseo; idónea mía!.
Mas llega la noche del amor, el sol palidece,
doblan sus espaldas las castas margaritas,
y, trina la nebulosa hermosura que hay en ti,
olas de un Jordan que se mece!..
Derechos reservados de autor
John Morales Arriola.