Aún con el arrobo que causa el efluvio
de flores frescas multicolor
que proliferan
mágicamente en el innato verdor
de la primavera
definitivamente me deleita
el perfume enigmático
e indeleble
de tu cuerpo fino y carismático...
En el caluroso y agobiante verano
donde afloran las dulces frutas maduras:
ciruelas rojas, duraznos y deliciosas uvas
me gusta humedecer mis sedientos labios
en tu altiva frente
cuando exudas primorosamente.
Percibir de tu piel la leve temperatura
y beber el néctar de tu boca de miel...
Con la tranquila brisa del otoño
que desliza las marchitas hojas
que adornaban otrora las copas
de consistentes árboles
me gusta susurrarte odas al oído
y acariciar tus cabellos de seda
que ondulan livianamente
acompañando el ritmo lento
de las nubes pasajeras
arrastradas por el soplo de un mesurado viento...
En los días álgidos del crudo invierno
cuando la hierba amanece cubierta
de un níveo rocío
y donde los pájaros con sus sonoros trinos
buscan el resguardo de su cálido nido
me gusta caminar
en la llovizna contigo, tomándote de la mano
y darte un abrazo espontáneo sin vacilar...
Adolfo César (NAZARENO)