A mí, a mí, que no me llamen poeta,
Que no lastimen su boca, los que acostumbran hacerlo,
Que yo tan sólo he sido un portavoz de los verbos,
Y de el amor un cautivo.
Yo descargo en las palabras, mi sentimiento herido,
Digo lo que mi alma, no se atreve a decir;
Y no bajo mi cabeza, sigo caminando erguido,
Con mi frente vertical, y mi corazón henchido.
Si pasé por la traición, gracias a Dios no he sentido,
Pero si así lo fuere, no lo callo y lo digo;
Si total todo se sabe, por mas oculto, por mas mentido,
Pero no me llamen poeta, yo soy un hombre atrevido.
No atrevido por faltarle el respeto a mis amigos,
Pero miro a las mujeres, como lo más advenido;
Y si por ellas un día, siento ganarme su amor,
Yo entrego mi corazón, valiente y aguerrido.
En eso si soy poeta, pues me inspiran las mujeres,
Y como dicen que fueron creadas de una costilla;
Yo siento hasta pesadillas, cuando pasan por mi lado,
Y tiendo a correr mi vista, para encontrar la mía en una plaza paseando.
Jummm, con esto yo creo ya un problema me he buscado,
Jugando a los poetas, y con los versos hablando;
He hablado de mujeres, dándole rienda a la lengua,
Y hoy tendré una contienda, con mi mujer a mi lado.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita