De Que Edad Me Gusta La Mujer
Me gustas, mujer, pero no a cualquier edad...
Me gustas cuando el fuego quema todo tu ser
en la orfandad del amor y del querer,
me gustas al verte padecer la mayor necesidad
que yo puédate satisfacer...
Me gustas, mujer, cuando tus ojos
se inflaman y abandonan su color
para tomar el de las llamas,
para ponerse rojos...
Me gustas cuando tus manos queman
y apretando con ellas las mías
me lastimas, y concatenas
tus ansias en porfía
... ¡desenfrenada!
Como una anaconda arrollada,
a mi pasión doblegada
y dada a mi guía,
¡plenamente satisfecha de ser tomada
por mí y, de mí, enamorada!
Sí, me gustas así, a esa edad que tienes...
la edad de los ojos de fuego...
de los ojos de luna... de los ojos lucero...
de interminables batallas sin despojos,
¡sólo sangre bebidas por guerreros,
sólo ruego por más muertes en los ojos!
Me gustas a la edad cuando deseas darme
y darme y sólo contentarme,
envolviéndote en la pasión sin coto ni medida,
desenfrenada y atrevida, siéndote todo poco,
queriendo en un acto loco
entregarme toda tu vida.
Me gusta tenerte entre mis brazos
cuando tu mente se obnubila,
soy tu dueño y haces caso
hasta al más pequeño de mis deseos,
queriendo beberme todo a besos.
Me gusta tenerte en tus años, esos
en que me permites fundirme en tu persona
y amarte hasta que enferme y enfermes,
deseando sentirme adentro tuyo
hasta en los momentos en que duermes.
Me gustas, mujer, cuando quieres
la muerte que sólo el amor da,
la muerte que viene cuando el cuerpo ya
más no puede...
Me gustas, mujer, cuando convienes
en que te haga estremecer hasta la médula,
a esta edad, la que ahora tienes...
¡no importa lo que diga tu cédula!