Voy tomando la vida como se toma el vino rojo
buscando caminos, observando la caída
del telón de este drama tan humano llamado mundo.
Agrietadas mis manos, de tanto detener paredes
ciego casi, de tanto atisbar abismos y giros.
He luchado contra los dioses de la muerte
para intentar salvar la vida de esta debacle.
Me han dejado solo, los poseedores de la verdad
insolentes seres de rutina y de cartón prensado.
Cada uno tiene su verdad y me miran con desprecio.
No me queda más que limpiar mis lentes
Darme por vencido porque la realidad me ganó siempre.
Mejor debería salir a pasear por las tardes
Para ver si las flores en realidad siguen siendo
parte de los poemas que me negué a escribir.
O debería esperar los ocasos y el frío
las muchachas que salen de los colegios,
la visita al odiado dentista, pensar en el testamento
que no redactaré nunca, en los cielos que dejé de creer
intentaré entender al viejo Jung y sus arquetipos
imaginar a nadie con barba en el centro de un mándala.
Qué más da, solo fui un lejano soplo que olvidó
un olvidado dios con cara de perro, un ídolo.