No hay campos floridos,
se secaron en el otoño de mis oquedades,
No hay almas, que abracen, versos cansados.
No hay sentencias de amarse eternamente,
por qué no existieron…
Quedo huérfano el labio, nadie vino a calmar su hambre,
Llovieron amapolas en mi vientre, la noche de tu adiós,
no fue necesario que te embalsamara, sabía, que no te olvidaría
Vine, y me fui sin ti, sólo quedo, un pensamiento olvidado
una noche de invierno, sin luna llena
brindo con una copa de champan, por los buenos tiempos,
cuando lloramos soles, y abrazamos lunas, bañados de amor.
Había amanecido y tú, me abrazabas, cómo se abraza el día,
día de regocijo, día, de fiesta.
Eras así, impetuoso y despreocupado por la ropa,
no te importaba la moda
ni fina o elegante, eras sencillo.
Solo amabas mis ganas, que se juntaban con las tuyas
de amarnos, sin reserva.
Soñabas con mis fotografías, una, a una las besabas.
fue siempre así, tú para mí, y, yo para ti…
Tú eras pasión, y me envolvías en ella,
Había fiesta de amarnos, en noches de sol
y días de lluvias de tanto querernos,
de tanto amarnos de día y de noche,
juramos amarnos mil vidas.
Alicia Pérez Hernández
-No es la pluma la que escribe, es el alma-
Amor escrito para mi amada azteca .
Tuve un amor en mí -oh dichosa suerte:
un amor vivo de palabra escrita;
más la flor floreciendo se marchita,
entrándome tormento agrio el perderte.
Por el aire venía, hoy piedra inerte,
que la sombra oscurece, no la evita,
ni el interior tampoco necesita
la miel que la colmena helada vierte.
Amé y sufrí y rompí ardorosas venas
-fiera, yo, gacela, ella- en su cintura
con pasión de morder las azucenas.
Saciado de palabras de locura
no teniendo el vivir en las serenas
noches -la noche que siempre fue oscura-.
Cuando me falta mi amada azteca juereña
-Conocerte fue mi suerte, y amarte mi delirio-
(de \"poemas de la Soledad\")
Salvador 22-5-11 Granada