Viajaremos un no-tiempo por planetas
en instancias del Aquí y del Más Allá,
en la majestad sublime que la ciencia
verdadera y creadora nos dará.
Seremos muchos, tal vez no pueda
ni una feroz[1] computadora calcular
los elegidos a quienes se nos conceda
hasta tan lejos, poder llegar.
En un espacio donde los sueños divinos
y sobrehumanos se hacen realidad,
todos aquellos que se amaron como niños,
su casa harán...
Será abril en el norte, al sur septiembre,
en una eterna primavera en que estarán
todos los hombres y mujeres que lograron
correctamente conjugar el verbo amar:
“Yo te amo, tú me amas, a él le amamos,
nos amamos cada día un poco más,
y en el amor a un Dios muy bueno construimos,
con los cielos y la tierra, La Hermandad”.
La Hermandad donde lo mío te pertenece,
La Hermandad donde me duele si te hieren,
La Hermandad donde no como si no comes,
La Hermandad donde entristezco si entristeces.
La Hermandad donde aprecio tu esfuerzo,
te valoro y trato de entenderte,
donde no existen ni mendigos ni carentes
ni corazones desiertos y sedientos.
Será septiembre a los del sur, donde ahora el frío
del egoísmo (que en el norte se cultiva)
termine y ceda el paso a nuevos hombres
que en el abril de su amor traerán abrigos.
Será abril cuando al África le pidan
perdón por haberle esclavizado a tanta gente...
(“ellos” sembraron el opio en la China,
y ahora recogen heroína en occidente).
Y no habrá lágrimas ni pestes ni dolores,
¡habrá triunfado para siempre La Hermandad!,
donde sembrara Jesucristo los amores
¡y ésta luchara por hacerlos realidad!
[1] Inmensa (jerga paraguaya).