CICATRICES
En evidencia así mi probidad,
me han destripado mal y sin piedad:
Hoy he conocido el mal
de bruno llanto ahogado en un lagar .
Y, para variar, un agudo dolor de pica
en mi conciencia. Son las doce. Ha huido
el chinche negro del catre viejo
y el campanario repite laxo
de muerte doce ecos.
Sangran las lágrimas
entre las ruinas de mi ciudad de luces apagadas….
Adula al campanario a la reata,
ondea con vaivén su brizna;
la iglesia sus portillas cierra,
la polilla agazapada entre las grietas...
Las estrellas abrochando van sus párpados,
las cigarras y los grillos claudicando sus conciertos. Todo es silencio. No hay salvaje viento,
que revuelva a mi crespa cabellera
y, en la letanía de mis pensamientos,
repetíase de nuevo el dolor de pica
que taladrar a mi inconsciente:
El renacer de sueños y olvidos sobre nimbos de algodón,
de las brunas pesadillas
del último poeta de los misticismos,
de la vida y de la muerte,
¡el Cristo de las calaveras y el sangrar de los maderos!
Oír los pasos muy lejanos,
entre el estigma de los sueños,
del último amigo de las piedras de oro y de las perlas blancas,
¡mi padre en los adioses de los cielos blancos!
Despedir al último viajero que llevó mis penas
por los bosques, que robó mis plumas
de abatido cóndor, que dimitió su legendaria
egolatría en mis palmas jadeantes,
en las sombrías calles del barrio viejo,
¡mi pueblo gris que olvidó la historia!
¡Mi verso triste en la cripta fría!
Allá van a la paz de los olvidos la sombra del almendro,
los pasos salpicados entre el polvo y las piedras del camino viejo,
los hombres sin destino, menos:
El Cristo sin patria que llorar hizo a las piedras...
Mi padre solitario que dormitar en la paz profunda
del Cristo de la herida de la historia, en su memoria santa..
Mi pluma muerta en la batalla
por encontrar una respuesta...
1999