Esta noche paseando por mi mente, me adentré en un sendero donde había una brisa acompañando a los árboles de los recuerdos. Empecé mi andadura entre ellos, llegando al primero en el cual vi sus hojas en movimiento. Me deje llevar por la brisa del viento hacia un encantador paisaje que me pareció haber visitado hace algún tiempo. Prolongué el viaje, llegando a un segundo árbol con ramas tan largas que llegaban a envolver las estrellas, las cuales mantienen vivo el recuerdo del amor hacia los míos. Seguí avanzando por el camino y me encontré un árbol con sus hojas caídas que me escondían la tristeza de los recuerdos. Y alcanzando el final de ese mágico sendero, me topé con el árbol más viejo que me hizo recordar que todos los elegidos envejecemos.