Soneto III
Los búcaros en flor forman rosario
de abejas llevando en su ánfora el néctar,
un néctar de oro y de puro azahar,
con el claroscuro aroma de apiario.
Lejos se apaga el trepidar vacuno
po´el galopar de la caballería.
A sus flancos, cárdena pedrería,
un poco mas allá… la ranchería.
¡Ho Vespertino sol ¡ En mi pecho ardes
y por tanta belleza anonadado
despiertas todas mis curiosidades.
¡Ho Tardes! ¡He quedado enamorado!
Aseguro, no hay mejores tardes,
tardes, como las tardes en El Prado.
Rafael Mérida Cruz-Lascano