Desde un rincón abandonado del cuarto
Fue desvistiéndose en silencio con sus ojos fijos
En un punto invisible en el infinito
Y sólo el espejo dibujó su figura
Pintando su pelo con reflejos grises.
Lentamente la ropa en el suelo
Fue cayendo y dibujando formas
Parecía danzar al compás del recuerdo
De aquel beso robado en las sombras.
Y desde aquel rincón contempló al espejo
Con una sonrisa de hastío contempló su rostro
Las huellas invisibles que plasmaron las lágrimas…
Alguna caricia que quedó pegada…
Un mapa del mundo que habitaba el alma.
También había algunas arrugas
Pero esas casi ya no le importaban,
Había vivido y había amado
Más de lo que alguien hubiera imaginado.
Desde ese rincón olvidado del cuarto
Miró con desdén un reloj que en el piso
Asomaba a medias, su cuerpo oxidado
Y sus agujas fijas apuntando a una hora
que formaba parte de un tiempo pasado.
Ninguno de los dos había sido capaz
De suspender o detener ese tiempo…
Y una sonrisa nuevamente iluminó sus labios…
Porque al menos ella había sentido…
Que valía la pena todo lo vivido
Y cada segundo que había volado.