Eternas se vuelven las horas
mientras más larga sea la espera
el latido de mi corazón se desvanece
como la fe de un moribundo hombre.
Presente estás en todos mis pensamientos
ya nada en mí existe que no te pertenezca,
hasta el cristal del agua refleja tu rostro
y en el cielo, las nubes toman tu forma.
Hasta el tiempo se detiene para mí
y solo escucho el latido de mi corazón,
estática está la naturaleza
un silencio lúgubre reina en derredor
que puedo escuchar el recorrer de mi sangre.
Todos, se solidarizan con mi espera:
como una estrella fugaz te busca el viento,
para escuchar tus pasos se paraliza el sonido,
y las calles se vuelven desiertas
para divisarte de lejos.