Llueve, y la lluvia
cubre mis lágrimas...
Te he regalado
una rosa, y al enterarte
que no la había comprado,
el haberte confesado
que la arranqué
del jardín de una
casa, en la que
no conocía a sus propietarios,
te retiraste de mi presencia,
huyendo de mí,
como si fuese el más terrible
de los ladrones.
Te fuiste, y yo
me quedé llorando,
al ver la rosa,
tirada, bajo la lluvia.
Derechos reservados de autor (Hugo Emilio Ocanto -17/05/2014)