DECICADO A LOS INTELECTUALES FRACASADOS DE LA VIDA JAJAJAJAJAJ
PERCEPCIONES DEMENCIALES
¿Sería posible cantar con los pies
como quien canta un tango asomado al empedrado?
¿Arañar al aire buscando un tono de fusa entrecruzado con corchea?
¿Esperar sentado un aliento a cebolla con un perfume a damasco?
¿Albergar tanta ilusión mientras beso un tomate
como si besara aquel libro lleno de palabras amorfas?
Quizás haya un díscolo intercambio intelectual con un florero.
el florero tal vez me brinde un hermoso retoño de sicomoros
enanos con un sudor tempranero a lilas abandonadas.
A lo mejor haya también un tamborcito pequeño entre las arenas
que retumben ondas de mar enclaustradas en el océano
y el ruido que produzca no sea más que la liberación de las olas
Ese sabor desgranado a pepitas de piedras azules que a veces
se derraman de los riscos en las playas enamoradas,
¿No serán lágrimas de enroscadas arenas de las alturas?
¡Ay! no comprendo el aroma de las cigarras cuando estas celan su sexo.
Recuerdo que mientras el verano caminaba por las orillas del mar
de los riscos se desprendían las olas y caían como engarce de calamares.
Estoy partiendo los pedazos de esperanzas que se depositan en el intelecto
esperando que surjan magnolias anaranjadas entre sus hojas.
Pero, en fin, la locura pronto pasará y la cordura llegará nuevamente para irse en segundos lejos muy lejos del intelecto.
CARLOS A. BADARACCO
17/5/14
(DERECHOS RESERVADOS)
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EL MUNDO DE REVÉS
Sin darme cuenta, Padre, he desafiado lo nulo.
He pensado en ser lluvia, chaparrón de verano
y caer en la tierra para ser absorbido entre helechos y frondas.
Sin darme cuenta, Padre, caminé por los aires
con los pies para arriba y señalando las hierbas con mis dedos
como si fuesen verdes las nubes, y el sol reflejado en un lago
le daba color a las cosas, los seres, las plantas.
Los árboles del campo, eran señalados por mis dedos,
mientras yo caminaba despacio con los pies en las nubes.
A veces pisaba hasta el cielo y al tropezar con una estrella
noté que la noche sin luna, no es noche de encantos,
es pesadilla sin intelecto que se eleva sin nombre.
Surcaba el espacio, señalaba la tierra y los picos de las montañas
me susurraban palabras de amor con ternura.
Alcé mi mirada a los cielos y quise invertir mi postura,
no pude, era mi cabeza más pesada y siempre miraba hacia abajo.
Nunca fui luna para iluminar un sendero en el mar,
nunca fui ciervo de las desidias y las apatías del mundo.
Preferí caminar invertido para ver el mundo de revés.
CARLOS A. BADARACCO
17/5/14
(DERECHOS RESERVADOS)