Y en este constante movimiento
dentro del eterno vaivén de los cuerpos
las almas se diluyen confundiéndose
con las de otros, ya nada más existe
solo el dolor que nos hace hermanos
la comunion de nuestras soledades
De mis ojos desolados
queda solo el recuerdo
como espejos agrietados por la lluvia y por el tiempo
Aún así sé que nada es eterno y nada es nuestro
pues lo eterno y lo propio jamás existe