Mi refugio, la noche.
La oscuridad, mi compañera.
Herido,
agonizaba entre mis propias ruinas,
subido en la montaña rusa emocional.
Creyendo traspasar murallas de nada.
Era un ser engañador y engañado.
Realmente viví cavando mi propio sepulcro
rodeado de personas tormentosas.
Pero un día alguien palpó mis heridas.
Tú.
Tú, que hoy me habitas,
que eres bálsamo para mi alma adolorida.
Cavemos juntos la tumba y enterremos
nuestro pasado.
Solo nosotros entendemos la verdad.
Nuestra verdad qué abrasa y nos funde en uno.
Nada ni nadie nos separará.
por: matteo 18/05/2014