gatoconbotas_58

A la deriva

Aquí está el cielo y el mar,

aquí tan cerca como me lo dicen mis ojos.

Realidad, irrealidad cotidiana,

línea transparente entre azul y celeste que nos divide.

Y aquí están las piedras al azar

que se duermen eternas, bañadas de musgo y olvido.

Piedras... al atar

así nunca serán estación,

ni siquiera un buen puerto ni nada,

solo piedras, piedras mojadas...

sin renglón y sin futuro.

Tu venías de los trenes

con un pasaje de exilio hacia la mente

con tu bolso de mano y un lapiz plomo:

tenías mi rostro entre tus labios,

mi corazón y mi alma al descubierto divagando

y yo por los pasillos con la lluvia cayendo a mares.

A veces odio volver y revolver

y recorrer tantos y tantos pensamientos como vitrinas

tengo tu voz y ¿tú qué tienes?

Solo algunas palabras desmarañadas en el recuerdo,

solo mi voz de acuarela desteñida

y mi boca sin besos,

mi cuello, mi cuerpo pero no mis huesos

y tu me dices \"yo te quiero\"

y yo te quiero,

matemáticamente igual

como se quieren los insectos

formando palabras enamoradas.

Tengo tu espalda disipada en la bruma de la mañana

y un helicóptero de sueños que se pierden

girando y girando como una araña colgando del cielorraso

como si en lugar de cuatro brazos tuviese cuatro alas...

Y allá van los barcos que naufragan sin palabras,

sacados de contexto del cajón de la mesita de luz desvencijada

en este mar encrespado de versos mudos e imágenes gastadas.

No, tu no eres, no nace el amor,

simplemente pasas y te pierdes como tantas

desde el andén al agua

a la deriva.