Extendía sus alas y bajo él
la llanura era un milagro, se abría.
A lo lejos el trigal era miel
era un misterio el Sol cuando moría.
El frío de la cordillera hería
el cielo estaba en equilibrio inquieto
la vida fluía, en feliz porfía,
como el peso de sus alas al viento.
Cortaba las nubes en un resuello
tal cual un ángel de hielo, carne y muerte
de luto y de blanca aureola al cuello.
Desde su nido de rocas, por suerte,
está un cadáver con del fin el sello
se acerca al ser y el alma sobre él vierte.