(soneto)
Las próceras galaxias son tus muebles,
tu casa sin murallas no te encierra;
mas, Dios de los espíritus endebles,
¿no ves que abajo rigen hambre y guerra?
Enséñanos tus huellas indelebles
en obras de este suelo... ¡Ven!, ¡aterra!;
te reto a que te muestres, a que puebles
de trigo los desiertos de la Tierra.
Ayuda a que la fe no sea inútil
ni el proferir tu nombre cosa fútil,
Señor omnipotente, Ser ubicuo...
¿O gustas del plural dolor humano?,
pues con bondad no mueves una mano...
¿O puede más que tú Luzbel inicuo?