Yuch, la hija de Kuemoi,
Señor de la noche, de la sexualidad,
De la caza y las siembras,
se preparaba para el ceremonial.
Debajo del Carinocuar,
Salto de agua elevado,
Guardián de los secretos de la tribu,
Hacían el guarapo de yuca y batatas.
Su aroma recorrería luego
Desde el Salto Kagüí y el del Arapanmerú,
Hasta la Piedra de la Virgen,
Las marrones calles de Guaramasén
Y las grandes y pulidas de Boa Vista.
Pero,
Mientras todos aspiraban
Y se embebían con el aroma claro,
Yo no lograba entender la ceremonia.
Yo sólo recordaba aquellas dos palabras,
De las tantas que Yésica quería que yo aprendiese
De su lengua Pemón:
Apödopai (Te quiero)
Apödopai Ipampe (Te quiero mucho)
Y nada más.